sábado, 1 de octubre de 2016

El Olimpo vacío, el Olimpo de siempre


De un acto en el INCAA- Instituto Nacional de Cine y Artes audiovisuales- se promovieron un par de fotos. Quizá haya habido más, pero esa dos generaron cierto ruido, un Trending Topic en Twitter con comentarios masivamente negativos y una serie de explicaciones mediáticas posteriores.

El  director de ese organismo, el Ministro de Cultura y el Jefe de Gabinete anunciaron un plan de fomento para la industria cinematográfica posaban radiantes junto a tres destacado actores de  las últimas cuatro o cinco décadas del espectáculo nacional: Ana María Picchio, Víctor Laplace y Andrea del Boca.  No pude evitar cierto malestar. Y trataré de explicar de qué se compone ese malestar.

Durante los últimos doce años en Argentina vivimos un período político conocido cono el perverso nombre de "década ganada". Una de sus características de esos años fue la confrontación permanente, promovida desde el Estado para establecer cualquier medida política . Todo era  planteado como una opción binaria entre buenos y malos y se presionaba a los ciudadanos a que  tomen partido por una de esas dos opciones . Estar del lado del gobierno significaba estar del lado  de los buenos, del Bien.  No estarlo, era estar del lado de los malos. del Mal,

Estar del lado del Bien no era otra cosa que tomar sin cuestionamientos cada cosa que el gobierno proponía o instrumentaba, como un paquete cerrado. 
Las consecuencias de esa reducción patológica fue conocida como La Grieta. 

Durante todos esos años. una de las cosas que discutí con familiares, colegas y amigos que optaban por el lado del Bien y que empezaban a verme como agente del Mal Universal-  hasta la ruptura  de todo lazo afectivo en algunos casos-  era que el deber del ciudadano, en mi modesta concepción de la vida cívica, consiste en  votar por el candidato que crea que representa sus ideas, o que crea que mejorará tal  cual cosa de la vida de la sociedad, pero si ese candidato llega al poder no implica la compra de un paquete cerrado. Se puede estar de acuerdo en muchas cosas y no en algunas. Y que el juego de la pluralidad democrática consiste en poder manifestar el acuerdo en lo que se acuerda y marcar el desacuerdo con lo que no se acuerda.

Las redes sociales son el espacio en donde los ciudadanos que no solemos estar en los medios de comunicación jugamos el juego de discutir, de celebrar el acuerdo, y de expresar el desacuerdo.

Por ejemplo, esta semana subí un video de agradecimiento a las nuevas autoridades- que voté y que seguiría votando muy contento- por la vuelta del INDEC con estadísticas sensatas. Volvimos a tener una cifra de pobreza, que los bienechores anteriores habían falseado primero y luego dejado de emitir.

Esta misma semana subí otro video, que expresa mi malestar al ver esa foto del acto en el INCAA.
Malestar que consiste en lo siguiente: durante la "década ganada" esa división entre quienes tomaban partido a favor o en contra del gobierno contó, por parte del gobierno, con un sistema de representantes y voceros favorecidos desde el Estado con espacios mediáticos, cargos y subsidios. 
Las tres celebridades del espectáculo elegidas para la foto del acto del INCAA fueron justamente tres personas que declaradamente participaron de ese bloque espectral del Bien. Y de las tres, Andrea del Boca, haya sido quizá la que a más actos oficiales ha concurrido. La hemos visto en anuncios como el proyecto del Polo audiovisual de la Isla Demarchi, en actos de campaña, llorando en el programa de propaganda oficialista 678 cuando murió Néstor Kirchner.

En la foto del acto del INCAA hubiera preferido no volver  a ver a quién vi durante una década recordándome que yo formaba parte del Mal Universal siquiera de modo simbólico. 
O hubiera preferido, en todo caso, ver una multiplicidad de actores, entre los cuales Del Boca, Laplace ó Picchio sean parte de la pluralidad que viene a disolver la brutalidad binaria del Bien y el Mal.
Y en el mejor de los escenarios, al tratarse de un plan de fomento para la industria cnematográfica, hubiera preferido ver productores, directores y actores nuevos, una suerte de convocatoria al futuro, a lo no visto aún. .
Ó un anuncio neutro, sin connotaciones de politicidad, sin referentes refritados.

La trascendencia de esas fotos con esos tres actores genera algo confuso: la pluralidad sería demostrar a quienes no eran plurales que ahora somos plurales. Pero eso sugiere más pudor que pluralismo. Mas recaudo que apertura.

Otro disgusto que me genera  la figura de Andrea del Boca, es que en una extensísima carrera que abarca desde su infancia en los 70 a la fecha, formó parte de un fenómeno muy argentino que siempre me obsesionó y que traté de representar en el documental El Olimpo vacío, especificamente en el capítulo sobre Diego Maradona. Maradona es el ejemplo máximo de algo que es muy común en nuestra cultura política. 

Más allá de las virtudes artísticas o deportivas , los referentes populares del deporte y el espectáculo suelen cobrar politicidad. Pero una politicidad coyuntural y del todo trivial. Es decir, en ciertos momentos se vuelven voceros de un evento de Estado. La Guerra de Malvinas fue un muestrario colosal de ese vocerismo farandulesco. Muchas celebridades que apoyaron incondicionalmente el arrebato de un dictador, que contribuyeron a general el clima de patriotismo propicio para la guerra, se desentendieron en cuanto la guerra se perdió. 
Años más tarde oficiaron de voceros en campañas publicitarias del gobierno de Menem, 
Cuando el menemsmo pasó a ser la explicación de los grandes males de la política y la economía, se volvieron voceros de quienes condenaban a Menem y proponían la opción entre el Bien y el Mal.
Pero sin ofrecer jamás una explicación que justifique tanto cambio de parecer.  Y siempre a cambio de algún beneficio de la gestión de Estado de la cual fueron voceros. 
Maradona es el ejemplo máximo. Pudo ponerse una camiseta agradeciendo la existencia de Domingo Cavallo o tatuarse al Che Guevara en cada coyuntura. Del Boca opera de modo similar. Son verdaderos escaparates de consignas oficialistas.

Ver a Del Boca nuevamente formando parte de la elección del área audiovisual de una gestión de Estado para promocionar algo, ya no me genera nada bueno, más bien rehúyo de cualquier cosa que apoye desde un acto oficial, de cualquier cosa que ahora se proponga  venderme.  Porque sé que no es otra cosa que la defensa de un kiosko personal.  Quisiera que los oficialismos no la necesiten más. Que se referencien con algo nuevo.

Mi malestar con esa foto no implica ser opositor. Significa que hay cosas que me gustan y otras que no me gustan. 
En la compleja maquinaria que constituye una gestión de gobierno sería muy difícil estar de acuerdo con todo lo que un presidente propone, con todo lo que cada área o funcionario propone. 
Mi acuerdo con esta gestión es a favor en la mayoría de las casos. 
Le agradezco periodicamente a Mauricio Macri mediante tuits que haya formado un partido, que haya gobernado la ciudad donde vivo, que hayamos podido votarlo para salir de la dialéctica civicamente subnormal del Bien y el Mal.

En este caso, desacuerdo con una tara argentina con la que ya había desacordado desde mucho antes y que intenté explicarla en un documental. 
Sostengo que El Olimpo vacío, sigue vigente. La patológica repetición de Andrea Del Boca en actos oficiales de todos los signos es eso. Quizá sea a pesar de la voluntad de los funcionarios. Pero es una tara que parece lejos de poder ser superada por ahora.

El desacuerdo es el punto de partida para el ejercicio del diálogo. Aunque nunca se llegue a un acuerdo. Es un juego. En Argentina se entiende como el punto de cierre, de corte, de ruptura, de enojo, de descalificación y de bloqueo.


domingo, 10 de julio de 2016

Acerca del gradualismo cultural de diseño

En un tranquilo departamento del barrio de San Telmo, Mosqueteros se reunió con el Prof. Pedro Revello y le realizó la siguiente entrevista exclusiva para Tiernópolis.



M: Profesor, usted acuñó la expresión  “Junio de cenizas” Qué quiso referir?


PR: La madrugada del 14 de junio de 2016 el ex Secretario de Obra Pública, José Francisco López, firmó el certificado de defunción del Relato kirchnerista. Cerró algo para siempre.

Ese día podrá ser recordado como la efeméride en que oficialmente el Relato agotó lo poco que aún podía vertebrar de verosímil. Lo redujo definitivamente a cenizas.

M: Qué es El Relato?


PR: Es la palabra inaugural que impuso la ex presidente Cristina Fernández de Kirchner en su primera presidencia para instalar el modo en cómo debía ser narrado el proceso que había arrancado en mayo de 2003 Néstor Kirchner 
y que ella continuaba.
Con esa palabra invitaba a la novedad de su gestión. Fue la etiqueta para la construcción de un paradigma.

M: Qué es un paradigma? 


PR: Sinteticamente, un paradigma es un conjunto de creencias, de costumbres, de tecnologías que comparten un número masivo de personas. Es el modelo tácito a seguir en todas las conductas culturales. 

Paradigma es lo que se naturaliza hasta ser el modo en que una sociedad tiene para entenderse de sí misma, para que se establezcan las relaciones entre los individuos y para entender el Universo.
Es lo que se vuelve incuestionable en una era del tiempo. Que la Tierra era plana y centro del universo era la creencia aceptada con naturalidad en la edad media. Hoy puede serlo la teoría del Big Bang, Mañana, no podemos saberlo.
El paradigma del Relato es la visión plana de la Tierra. 
El momento actual equivale al cambio implicó la noción de vivir sobre un plato a vivir sobre una esfera imantada. Pensemos en las personas a las que les tocó eso en el transcurso de sus vidas. 
Ahora se necesita encender algo nuevo en las conciencias para que la gestión tenga arraigo simbólico.
La experiencia de entender algo nuevo.

M: El kirchnerismo construyó un paradigma?

PR: Durante doce años, el kirchnerismo construyó un paradigma al que llamamos Relato para el cual utilizó todos los medios de potencial narrativo, metafórico y escénico a su alcance. Entre innumerables actos inaugurales, cadenas nacionales y bautismos de instituciones y obras públicas con el nombre Presidente Néstor Kirchner podemos recordar:

Televisión Pública, Canal Encuentro, Paka Paka, Incaa TV, Radio Nacional, Nacional Rock, INCAA, Sueños Compartidos, Campeonato Nietos Recuperados, Universidad de las Madres, Justicia Legítima, Televisión Digital Argentina, BACUA, Museo de la Memoria, Museo de Malvinas, Museo del Bicentenario, Salón de los Patriotas Latinoamericanos, Polo científico Tecnológico, Polo Audiovisual de la Isla Demarchi, Secretaría de Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional, Fútbol para Todos. También, el Centro Cultural Kirchner y un agrupación para todo uso llamada La Cámpora.

M: Cuándo comenzó ese proceso?

PR: Fue a partir de 2008. El Estado se volvió productor en varias industrias a fin de construir, multiplicar el curso del Relato por vía editorial, audiovisual, televisiva, cinematográfica, teatral, radial, periodística, académica, legislativa, judicial.

Se construyó un aparato de propaganda con la intención de llegar a cada espacio y a cada nicho sin restricción de gastos.
Se hicieron puestas en escena monumentales como la Cumbre de las Américas, Tecnópolis, el Bicentenario 2010, la muerte de Néstor Kirchner.
Se discutió un decreto de retenciones móviles ó por una Ley de Medios como una batalla épica. 

M: Qué piensa de los actores oficialistas que tuvo como referentes el kirchnerismo?

PR: Tuvimos una farándula obscenamente oficialista. Obscena no por mostrar públicamente sus preferencias políticas sino por no haber encontrado en doce años algo cuestionable en la instrumentación política de la gestión. Hoy son referentes deudores de no haber cuestionado a tiempo o siquiera cuestionado.

No hay gestión política que no tenga potencialmente algo cuestionable incluso por quienes la han elegido y, más aún, es algo que debe hacerse cuando hay sobreabundantes indicios de corrupción.
El apoyo acrítico siempre es perjudicial a largo plazo para quien apoya acriticamente porque lo vuelve cómplice por omisión.
Algunos salieron a expresarse dolidos o desencantados después de López. Pero ya era tarde.

M: Qué consecuencias tiene el Relato?


PR: La consecuencia más grave del Relato está bien representada por la expresión La Grieta, acuñada por Jorge Lanata en 2013. 
Es una palabra que grafica cómo la sociedad se fue dividiendo en dos grandes bloques: los que creían en el Relato y los que no. 

M: Entonces podemos decir que el Relato ya no ejerce influencia?


PR: Parcialmente, no del todo. Esa es una afirmación que no expresa la enorme gravitación del Relato.

Es decir, es cierto que ya no genera ninguna posibilidad de construcción de verosímil para nadie, ha muerto en ese sentido gracias a José López. Pero también es cierto que aún persiste la dinámica, la reacción, la mirada y la contramirada que configuraron lo que somos actuando como sociedad política aún hoy.
Los últimos creyentes del Relato hoy viven un estado de despojo, de pérdida, de abandono, de desencanto, de drama.
Los que repelían el Relato sienten el alivio de su extinción.
Pero por ahora somos lo mismo que éramos.
Estamos recién "egresados" del Relato.

M: Es decir que ahora tenemos que hacer una carrera?

PR: Sin duda. El Relato se volvió la referencia de todo cuanto hemos hecho, hemos pensado y hemos dicho. Y todo eso persiste intacto en lo que pensamos, decimos, y vemos de la realidad política en este presente.

El Relato nos ha formateado inexorablemente y somos su producto dialéctico. El Relato o su contraparte han sido nuestra vida en los últimos doce años. Somos lo que el Relato ha formateado en nuestro modo de ver y de pensar, de aceptar, de reaccionar. Es ahora el alivio o el desencanto.
Fue determinante y se extendió mucho tiempo. Doce años y medio, increíblemente, el mayor período político en 200 años de historia.
No habría cómo salir si no fuera mediante alguna forma de gradualismo cultural. Sea diseñado o azaroso.

M: Qué cree que es lo que el gobierno propone en este momento?


PR: Lo que el gobierno ha decidido es hacer una apuesta de gradualismo cultural de diseño. Nos propone la experiencia de un estado de
 graduación para el cierre de los procesos referenciales de los años kirchneristas pero muy dosificadamente, manteniendo ciertas señales de permanencia de lo viejo. De ese modo evita darles fin repentino y elige que en todo caso se extingan por agotamiento como una última brasa. 

M: Durará mucho tiempo ese gradualismo cultural de diseño?

PR:  Puede diseñarse un gradualismo corto o un gradualismo de muchos pasos, eso debe determinarlo el contexto.

Estamos en un contexto en el que el intercambio entre quienes eligieron un nuevo modo de gestión y la promesa de de lo nuevo no tiene eco material ni emocional inmediato, y extender la duración de lo que se extingue sin que aparezca lo nuevo, no es suficiente. 
Ya debería haber aparecido lo nuevo independientemente de lo que dure la graduación cultural.

M: López estaría fuera de ese diseño gradual que decidió el gobierno?

López es el gran alquimista de esa extinción final.
La mera extinción, que es sobre aquello que se esperaba que concluya. Pero eso solo no significa el aporte de algo nuevo, porque no sorprende. Era lo esperado, formaba parte de las expectativas de quienes votaron el cambio conocer los hechos de corrupción y encarcelar a sus responsables.
El hecho de que se cumplan las expectativas de lo esperado es muy positivo.
Pero hay que saber que lo nuevo no aparece aún. Lo nuevo es otra cosa, es otro diseño. 
La noción de lo nuevo, que es aquello que sorprende gratamente, que nos da la nueva mirada, es la que debe empezar a formar parte del movimiento de época pero todavía no se ve.

M: Pero la aparición de lo nuevo no sería un modo de confrontación con lo viejo? Y eso no ocasionaría más problemas?


PR: Ir de modo frontal, impulsivo o rectilíneo a contener o reducir la resistencia de un proceso sociocultural que se extendió tanto, que se fue con relativa imagen positiva y que no terminó en catástrofe, no sería bueno porque podría fortalecer temporariamente su resistencia y generar tensiones violentas, que ocasionarían un gran desgaste, sin duda.

Pero eso no debería ser todo. Eso sería apenas un digestivo. Lo que falta aún es la cuota de proteína para seguir adelante resignificados, con un nuevo sentido de futuro.


M: Si el  Relato ha influido tanto, cómo se supera la huella que dejó?


PR: Toda huella es el registro de una tensión y ese registro da forma al comportamiento. La huella, por definición, es producto de una tensión de algo en algo. La mera espera es tensión. Toda espera por calma o tensa que sea es una tensión aguardando resolución. 

La distensión es lo que hace que la huella se vuelva erosionable, cicatrizable, transformable. Es lo que termina haciendo lugar a lo nuevo.

M: Podríamos preguntarnos qué hay ahora ocupando el lugar que está dejando el Relato?

PR: Esencialmente, nada. Doce años de Relato no se superan en unos pocos meses. Ni en un año, ni en dos. Sus huellas serán innegables por haber sido un cambio de rumbo sociocultural. No se puede volver a antes del Relato como no se  puede volver a antes de saber que los reyes magos eran los padres. La huella, por dolorosa que haya sido, tiende a persistir.

En cambio sí, se puede transformar en algo nuevo. De las cenizas y podredumbre reductora pueden surgir las nuevas formas. Es de donde aparece lo nuevo siempre. Sería posible un gradualismo de lo nuevo.

M: Y esa aparición de lo nuevo cuando o cómo debería comenzar?


PR: Está usted un poco ansioso…(risas)

Llevará un tiempo mucho más lento que su ansiedad, la mía, la de la mayoría.
Curiosamente, si redujéramos nuestra ansiedad aceleraríamos la aparición de lo nuevo. Porque la ansiedad es un modo de percibir el tiempo desde la retención de lo viejo mientras lo nuevo se mantiene contenido.

M: Entonces sería bueno aplicar lo que vulgamente se enuncia como "soltar"? 

PR: Claro. La trivializada expresión “soltar” refiere originalmente el acto mediante el cual se hace lugar a lo nuevo asumiendo el riesgo de desasir el pasado. Se pueden hacer ejercicios concretos para soltar, no es un mero deseo que se pide al apagar las velitas. Y esa pequeña acción se replica luego al conjunto de las acciones de la vida individual pública, política o social, haciendo lugar a lo nuevo.
En ese sentido el gobierno todavía no instala lo nuevo. 
No sabemos qué es lo que están haciendo al respecto.
Lo cual no quiere decir que no haya habido un cambio. 
El cambio es que el Relato dejó de ser un hecho convincente. Se volvió su propio verdugo. El cambio y lo nuevo, si bien parecen sinónimos, no lo son.
El gradualismo cultural de diseño no sería útil como única herramienta en un momento como este. Es un esmero por marcar la continuidad de lo anterior sin el derroche de los anterior, lo cual es bastante. Pero no suficiente. Además de corregir o limitar hay que proporcionar la novedad.

M; Cree usted que culturalmente nuestra sociedad tiende a resistirse a lo nuevo?


PR: Lo nuevo siempre genera una reticencia pero esa reacción de permanencia o de supervivencia de lo viejo en Argentina tiene un agravante cultural: la eterna añoranza por la vuelta. Es decir, la proyección al pasado.

Ya que estamos celebrando la Independencia, podemos decir que entre 1810 y 1816 hubo una voluntad de cambio de un orden colonial virreinal a un orden independentista republicano.
Se necesitó la creencia en un futuro posible, se generalizó la noción de una gran posibilidad que permitió instaurar lo nuevo ante el agotamiento de lo viejo.
La pregunta es cómo, qué o cuál sería la creencia sobre el futuro, la gran posibilidad que movilice hoy, al menos en el plano simbólico, a proyectar siquiera una imagen posible de ese futuro, ya que la mejora material que distienda la espera a una mejora podría demorar bastante.

M. Dónde cree usted que se está trabajando al respecto?


PR: La pregunta es si en este momento hay quiénes están pensando los términos y aplicaciones de lo nuevo y en tal caso, qué cosa sería eso nuevo? No lo sabemos.

Lo nuevo puede comenzar por lo muy pequeño, como empezó todo en el universo; el Big Bang, las galaxias, el sistema solar, el sol, la tierra, la vida, la cultura.
Cuáles son los términos y aplicaciones posibles para ese diminuto paso de potencialidad retenida? Cuáles son sus aplicaciones? Quiénes están diseñando lo nuevo?
Cuando me refiero a esto no me refiero a lo que el gobierno comunica o ha comunicado en estos primeros seis meses.
O sí, me refiero a eso, pero no solo a eso sino a los cambios que el cambio en un Estado genera de nuevo en su población.
Y no solo a un Estado como ejecutante de un cambio que modifica el estado de su población, sino también a la necesidad de cambio en la población que gravitó lo suficiente para que cambie algo en la gestión del Estado.
Parece un trabalenguas, no?... (Risas)

M: Me perdí...(Risas)

PR: Quiero decir que cuando  hubo grandes cambios políticos en una sociedad después de un largo proceso de desgaste sobrevino la alegría. La alegría es lo nuevo. Cuando lo nuevo es bueno viene acompañado de alegría.
Pensemos ejemplos exagerados; al final de la dictadura se vivió un estado de alegría generalizado bautizado “primavera alfonsinista” que duró unos tres años. Después de cuarenta años de franquismo hubo un estado de alegría y novedad generalizado que conocemos como “movida madrileña”. Duró al menos una década. Fue la marca de un cambio de paradigma.
Aquí no hubo dictadura ni un final catastrófico. Pero hubo agotamiento generalizado. Y ahora hay incertidumbre.
Es verdad que no aparece lo nuevo en materia económica porque el cierre del proceso económico de doce años se está haciendo ahora. El blanqueamiento, la rendición de cuentas. Y vemos que había un desastre oculto.  

M: El gobierno debería haber advertido antes sobre la herencia que recibía?

PR: El gobierno no 
nos enseñó a comprender los términos y la escala de la herencia. El crecimiento se demora y no hablamos aún el idioma de lo nuevo en términos culturales tampoco. 
Un error del gobierno fue no haber instruido a tiempo para el umbral del ajuste. Haber preferido no volver al pasado. No se trataba de volver, sino conocerlo para poder darle cierre. Eso implicaba preparar a las personas para entender la magnitud de lo encontrado y la magnitud del trabajo por hacer, Diseñar la espera antes que sea percibida por su duración. Advertir que nos esperaba un umbral de blanqueamiento y ajuste. Todo umbral es doloroso pero se puede trabajar para atravesarlo con más conciencia.

M: Cree que ha aparecido algún indicio de cambio de paradigma?


PR: El cambio de paradigma nítido de este tiempo pasa por la repulsión a la corrupción. La corrupción se ha vuelto masivamente indigesta por primera vez. Ha aparecido un acuerdo generalizado en que tiene que haber responsables que sean juzgados y que paguen con una condena.

Es el equivalente del paradigma de los Derechos Humanos en la década del 80. En el país, en la región, en Occidente.
Por ahora es el sostén principal de la graduación cultural de diseño y de la espera de la mejora económica.
Lo curioso es que irrumpió inevitablemente, a pesar de la voluntad del gobierno, sin dirección del diseño, al menos, sin diseño promovido desde el gobierno. Desbordó y tuvo recepción inmediata. 
La escena de López, la Meriva, el baúl, el arma, los bolsos, los fajos de dolares, el pollero Jesús, la bóveda que no era cripta del monasterio que no era monasterio, las monjas que no eran monjas y los scons sustraídos, representa tanto de nosotros que tardaremos años en comprender todo lo que contiene.


M: Y que le dio fin a la asfixia del Relato...

PR: Sí, pero insisto en este punto: hay algo muy resistente en la sociedad Argentina hacia lo nuevo. Hay una arraigada creencia referencial al pasado, una utopía regresiva, una afán de vuelta a un pasado mejor. 
Probablemente solo hayamos hablado de futuro en el siglo XIX, cuando había que construir una nación. En el siglo XX, la inmigración trajo la añoranza de la vuelta que quedó instalada como rasgo esencial de la cultura.
“Volver” es un tango emblemático. “Volveremos, volveremos a ser campeones” se canta en la cancha desde hace treinta años. 
Los militantes kirchneristas dicen “Vamos a volver”
El Canal "Volver" se creó en los 90 para pasar antiguas películas que hoy pasa la nueva TV Pública como la saga de los superagentes.
La “vuelta” de Perón fue algo ansiado casi veinte años. La historia demostró que nunca volvería al mismo lugar de esplendor mítico y que, en cambio, volvía a una tragedia generalizada.
Así y todo, creo que muchos peronistas desearían que Perón despierte y que desde 1974 haya tenido apenas una catalepsia prolongada.
Volver es retornar, pero no se tiene en cuenta que nunca se retorna a lo mismo. 
Nuestra obsesión por volver es tal que hasta le decimos “retorno” al soborno.



M: Si, es muy impresionante pensarlo así

PR: Fíjese en los contenidos que consumimos los argentinos. Sean públicos o privados, hay siempre algo de fantasmal en nuestra cultura.

Perón sigue siendo el último referente de la década del 40 que tiene presencia tutelar con afiches y gigantografías en los actos políticos en pleno siglo XXI. En la región y en el mundo. Es una rareza.
Miremos lo que pasa en la TV:
Lanata, que siempre tiende a instalar lo nuevo, quiso cambiar de formato, apelar al uso de varias formas de inteligencia para resolver problemas y no tuvo rating. Tuvo que volver.
Vuelve Susana Giménez con el mismo contenido de un cuarto de siglo. vuelve Tinelli con lo que ya conocemos de memoria.. 
Vuelve la Peluquería de Don Mateo y vuelve Polémica en el Bar. Con todos sus protagonistas y creadores muertos. Podríamos decir con precisión que son formatos fantasmales.
Vuelve el polémico Zamba, cartoon adoctrinante infantil del kirchnerismo, pero aggiornado a esta nueva era. Eso es gradualismo cultural de diseño, pero no es lo nuevo. Como vuelve el logo del Bicentanario 2016, replicado del 2010. Y vuelve a ser ensamblado sobre la arquitectura de la Casa Rosada, en las pantallas y la papelería oficial.

M: es decir, no solo lo nuevo no lo propone el gobierno aún sino que lo hacen tampoco otros actores de la sociedad?


PR: Así es. Excede al gobierno. Es algo generalizado.

Piense en la persistencia de quienes están al frente de una organización civil: el promedio de cualquier sindicalista al frente de su sindicato es de veinte años. Hay hasta alguno que hace cuarenta.
Si Julio Grondona no hubiera muerto seguiría al frente de una AFA, que no encuentra todavía ubicación para lo nuevo.
Es tal el desastre que dejó Grondona que no se puede democratizar facilmente ni generar ninguna transparencia.
Imágínese lo que puede ser en la escala de un país poner en marcha un Estado desguazado.

M: Parece que no se pudiera innovar nada...

PR: Desde ningún sector de la sociedad está apareciendo lo nuevo todavía. La dialéctica y la costumbre del Relato persisten. Y la inercia cultural del eterno retorno.
Le cuento un ejemplo de algo que vi la semana pasada y que resulta aterrador: la AMIA produjo recientemente un importante video en homenaje a las víctimas, en el que decenas de músicos populares cantan un tema de León Gieco cuya letra refiere directamente a la dictadura, a los desaparecidos, a Rodolfo Walsh. Solo por la expresión “todo está guardado en la memoria” podríamos forzar la relación con el atentado a la AMIA sin resolución judicial aún. Pero no solo no es una canción nueva, ya se ha cantado muchas veces para conmemorar algo, sino que lo alarmante es que habiendo sido Argentina el único país que hizo un juicio ejemplar a sus dictadores, que instaló en el mundo un antecedente y que alejó para siempre la posibilidad de un golpe militar, la letra de esa canción nos pone en 1982, es decir, cuando terminaba la guerra de Malvinas. Nos anuncia que el problema que tenemos que resolver es la dictadura de Videla, cuarenta años después. Ignora que hubo menemismo, aliancismo, kirchnerismo entre lo que esa letra denuncia y la realidad de 2016. Propone no irnos nunca de ese momento final de la dictadura militar. Pareciera que es una pena que Videla haya muerto porque nos daría más sentido tenerlo vivo. No es otra cosa que patología.
Es otra referencia fantasmal. Hablar desde el paradigma de los Derechos Humanos, que es la década del 80. Es lo viejo, lo asimilado e incuestionable. Otra expresión del impulso regresivo de volver.
No aparece el "seremos” ni por la gracia de un acto fallido.

M: Profesor, algún consejo para terminar?


PR: Mi consejo sería....soltemos! (Risas)

Empecemos soltando la idea de volver, olvidémonos de volver. No hay a dónde volver. Nunca lo habrá. El ansia de volver es para volver a donde nunca estuvimos, a lo que nunca fuimos, a lo que nunca podría tener concreción material. Es una utopía, pero una utopía regresiva.
Vayamos por lo nuevo, por lo que nos queda construir, aprender, descubrir. Ese es el paradigma que las ideas, los contenidos, las acciones deberían procurar.
Este momento de pleno gradualismo es ideal para que empiecen a aparecer las formas de lo nuevo, o al menos, de hacer el intento por generarlas.





miércoles, 29 de junio de 2016

Poema de Tiernópolis



Las abogadas no eran abogadas,
los hoteles no eran hoteles,
las estancias no eran estancias,
las bodegas no eran bodegas,
las regalías no eran regalías.

El monasterio no era monasterio,
las monjas no eran monjas,
la ayuda no era ayuda,
los pájaros no eran pájaros,
las bóvedas no eran criptas.

Las casas no eran casas,
los sueños no eran compartidos,
Amado no era amado,
los médanos no eran médanos,
las hinchadas no eran unidas.

Las cifras no eran las cifras,
los pobres no eran pobres,
las cunas no eras cunas,
los trenes no eran trenes,
los frenos no eran frenos.

Las sillas de rueda no eran sillas de rueda,
la gente contando plata no era gente contando plata,
los intelectuales no eran intelectuales,
los periodistas no eran periodistas,
los precios no eran cuidados.

La patria no era la patria,
las voces no eran todas,
el otro no era el otro,
la ficción no era ficción,
los aplausos no eran aplausos.

La victoria no era victoria,
el derecho no era humano,
la mano derecha no era derecha,
el amor no era amor,
el suicidio no era suicidio.

Pero en algún momento,
creíste que todo esto lo era.
Y que la culpa era del maquinista.

Tierno.



miércoles, 22 de junio de 2016

Apuntes sobre la subnormalidad cívica



Los subnormales cívicos son muchos. Se los cuenta por millones.
Son personas normales, que trabajan, que aman a sus hijos, que comen asados los domingos en familia ó con los amigos, que tienen algún equipo de fútbol de preferencia con el que sacudir su catarsis una vez por semana.

Pero que suelen ser un peligro para la sociedad entera, incluso para sí mismos. Construyen lenta pero minuciosamente el mayor atentado a su bienestar. Y pueden demorarse años en esa persistente labor. Nada los apura hacia la catástrofe anunciada y repetida. Y nada los detiene o los desvía.

Son los que no han entendido aún que la democracia es bastante más que votar cada dos ó cuatro años. Que implica un esfuerzo sostenido, un aprendizaje consciente y un ejercicio constante.

Tampoco han entendido que a quien se vota no se le debe ninguna incondicionalidad. Más bien, todo lo contrario. Se le debe acompañar y ser límite a un mismo tiempo. Demasiada abstracción, quizá.





Esmerados desconocedores de las definiciones clásicas de “funcionario”, de “deber”, de “democracia”, son los que hacen de su candidato elegido una deidad incuestionable y de la política que este instrumente, un culto y una pasión deportiva.

No han entendido aún que no solo tienen derechos que el Estado cívico les debe, sino que son deudores de deberes para que ese Estado cívico funcione de un modo razonable.
Suelen interesarse y exigir siempre esos derechos pero suelen también omitir y hasta detestar los deberes.

Y cuando el candidato elegido llega a la cima del poder público le firman un cheque en blanco por toda la duración de su mandato, para que lo utilice a su antojo. Porque su antojo, por caprichoso que sea, es lo que celebrarán como extensión del triunfo que les dio sentido político. Salvo que al precio de despojarlos de todo sentido crítico.

Mientras se les repitan las consignas por las que votaron y los gestos por los que llegaron a amar a ese candidato no hay cuestionamiento alguno. Porque los subnormales cívicos confunden las consignas con los hechos. Asumen cualquier anuncio como la concreción de un suceso. Y no puede haber hechos que  contradigan los anuncios. Desconocen toda distancia entre el anuncio y el hecho. La mera palabra del líder es garantía de cualquier realidad. Si les dice “construiremos miles de viviendas” es sinónimo instantáneo de “las viviendas ya fueron construidas”.

Seres poco más que orgánicos que sin hacer ninguna reflexión elemental de qué cosa sería “el bien” quieren estar del lado del bien porque creen que pueden ser “el bien” apenas por la magia de adherir a determinadas consignas. 
“Sería bueno que no haya hambre en el mundo. Si quiero que no haya hambre en el mundo soy bueno. Si mi candidato dice que no quiere hambre en el mundo, soy parte del bien” parecen razonar estos simplificadores de cualquier forma de civilidad.

Quienes no estén del lado del bien, no pueden ser otra cosa que el mal. Y entonces, cualquier cosa que apoyen, reclamen, exijan no puede no ser parte de “el bien”.
Y todo aquél que objete, critique, cuestione la labor de "el bien" será inevitablemente aliado o esbirro de "el mal".

Como “el bien” es deseable que perdure por siempre, y que no haya mal en el mundo, suelen soñar sueños de perpetuidad. Se proponen abstracciones platónicas como “la eternidad”, que no conoce nadie. Viven aferrados a estampitas amarillentas que fuera de decorar el cuarto de adolescencia o algún lugar en una mente afiebrada no resuelve nada a nadie, siquiera el cambio de una bombita quemada. 
Sus anhelos habitan en la planicie de un póster.

Los más aguerridos militantes del cliché del bien pueden llegar a convencerse repentinamente que la prosperidad futura estará en convenios comerciales con Angola porque los niños descalzos de Luanda aceptan fotografiarse con soquetes Clarín Miente, por ejemplo.

Rehúyen ante cualquier indicio temprano de que la estafa ha empezado a gestarse y acusan de traidor, gorila o de ser sicario de alguna corporación del mal universal a quien les advierta de tales indicios. Sienten que su única misión en la vida cívica es defender absolutamente todo lo que venga de la luz, la misericordia y la sabiduría de ese líder que los llena de derechos adquiridos sin exigirle más deber que el apoyo incondicional.  Que, además, puede premiar el apoyo con algún choripán, un subsidio o un puesto en el Estado.

Ante los tempranos indicios de un vicepresidente apropiándose de una empresa que imprime billetes tercerizados, asumen que no puede ser otra cosa que una operación de cualquier corporación del mal para desprestigiar la labor de “el bien”.

Consideran normal que los fondos de un hospital público que presta servicios deficientes sean utilizados para hacer actos políticos.

Llegan incluso a ver una humorada cuando aparece un video en el que un ex gobernador patagónico se emociona y exclama "éxtasis" ante una caja fuerte.

O al extremo de sostener que un fiscal se suicidó por la vergüenza que le daba haber mentido una denuncia. 
Previendo cualquier posibilidad que haya sido un homicidio, se convencen de 
que empapelar las calles con escenas de su vida privada  para pasar de acusarlo 
de mujeriego a homosexual y drogadicto en una semana es una forma de esclarecer 
el caso.
Como si algo de eso constituyera un delito o tenga relación con 
esa extraña muerte. Y la dejan pasar sin más interés.



Y cuando las evidencias desbordan y permean la realidad con bolsos, bóvedas o mesas de dinero- brindis mediante- ensayan respuestas como “No tiene nada de malo. Es gente contando billetes”

La lógica se repite con compulsion pavloviana también si los indicios ó las sospechas de la estafa recaen sobre Sueños Compartidos, Tupac Amarú, Fútbol Para Todos, ANSES, AFIP, Enargás, Trenes de Buenos Aires (TBA), Televisión Digital Argentina (TDA), Plan Qunita, Canchas Fantasma, Hotesur, Aerolíneas Argentinas, LAFSA, Lázaro Báez, Cristóbal López  y miles de etcéteras más.




Pero sucede que no hay ejemplos en la historia en los que esa conducta cívicamente subnormal haya generado sociedades prósperas y sustentables. Siempre han garantizado resonantes desastres.

En Argentina, el ciclo del desencanto y la sorpresa tardía de los subnormales cívicos aparece con la precisión de una órbita planetaria. Da otra vuelta en cada momento de decadencia política y aquello en lo que los subnormales cívicos creyeron con tanta pasión y tanta devoción se desmorona rápidamente.  Los asalta el desconcierto.

Y ese es justamente el momento preciso en que deberían tratar de entender porqué se dejaron estafar tanto durante tanto tiempo? Porqué fueron partícipes involuntarios de la estafa?  Porqué dejaron hacer, sin control alguno? Porqué fueron civicamente tan subnormales?

Hasta ahora parece inamovible esa fruición de obediencia que los impulsa a construir lentamente un próximo mesías que les dé sentido, al que amarán del mismo modo que amaron al que terminó avergonzándolos. 

La utopía es que esa fruición comprobadamente subnormal para la vida en una sociedad civil sea superada algún día.

martes, 19 de abril de 2016

Saru


Una de las cosas que probablemente sucede cuando se hace una película es que llegue a tocar íntimamente los sentimientos de alguien no conocemos ó apenas conocemos. Es una de las consecuencias que no se puede prever pero que siempre, aunque se trate de una ó unas pocas personas a las que la película ha tocado especialmente, nos deja la sensación de haber encontrado al espectador que la película buscaba, lo cual justifica todo el trabajo que implicó realizarla.

Ayer me tocó ser ese que se acerca sin mucho más para decir que darle las gracias a Alejandra Isler, la directora de un documental llamado “Saru” por haberlo realizado para que por una hora y cuarto, Saru vuelva a estar cerca y me recuerde los momentos que me han tocado compartir en spots comerciales que no le interesan ya a nadie. Y siento que, sin duda, algo parecido habrán sentido muchos de los que estaban ayer en la sala.

Saru fue Jorge Sarudiansky, un maestro de la dirección de arte en cine, en publicidad, en teatro o en diseño. Daba lo mismo en qué. Saru dirigía la configuración dramática del espacio para el fin que sea. Quizá haya sido el más talentoso escenógrafo de nuestra historia. 

Saru fue eso que Borges explicaba acerca de qué cosa significa ser un artista. Decía que “un artista es alguien que bruscamente ve. Ve algo como no lo ha visto nadie desde el principio de los tiempos”. Seguramente como solo esa persona lo ve. Y yo tengo la certeza de que ese artista podría ser  potencialmente cualquiera de nosotros porque nuestras miradas son únicas y porque el mundo todo el tiempo puede sorprendernos como por primera vez, ya que no es otra cosa que un caudaloso flujo de acontecimientos para muestra percepción, para nuestras emociones y para nuestro pensamiento.

Pero sucede que son pocos quienes toman verdaderamente en serio eso que bruscamente ven como materia prima de su trabajo en este mundo. Saru era ese artista, por el hecho de haber sido alguien cuya herramienta principal era su mirada. Para los que consideran que el arte implica un compromiso, Saru fue la prueba cabal de que el único compromiso ya no de un artista, sino de un ser humano sensato, es con su mirada del mundo, y ese compromiso siempre es superior a cualquier moda, a cualquier escuela, a cualquier ideología.

“Saru” es un documental hermoso porque además de traernos a Saru tan cerca como si estuviéramos tomando otro café ó mirando con él sus fotografías familiares, escuchando cada lúcida observación de cosas que nos pasarían inadvertidas, nos muestra sus dibujos, que son bellos, y que configuran el espacio con unos pocos trazos. Pero lo asombroso de sus dibujos es que no buscaban un fin estético sino que era el medio mediante el cual Saru pensaba. Dibujaba con la naturalidad de quien respira. Y lo ejecutaba siempre con una economía de líneas superlativa que hacía que sus dibujos fueran deslumbrantes de tanta síntesis. Tan impresionantes como la modesta definición sobre tu propio trabajo creativo: "Papel y lápiz. Culo y silla. Nada más":

Guardo entre mis recuerdos algunos de los que hacía para las presentaciones de sets que las productoras de publicidad solían descartar poco tiempo después de consumado el rodaje del comercial. Y también guardo unos pocos garabatos de sus pensamientos ejecutados al pasar en ociosos momentos de espera o de charla.

Todos aprendimos algo de él solo por haberlo conocido. Hoy redescubro la enormidad de su talento, de su simpleza y de su ausencia gracias a este hermoso documental.