sábado, 18 de julio de 2015

La maquinaria monopólica



Ayer estuve varias horas por el bajo porteño.
Unas horas después que la Justicia haya determinado el embargo en el domicilio de un relator, acaso uno de los relatores más importantes del relato oficial.
Ayer, unas horas después de que, a su vez, se haya desplazado a un juez que investigaba la causa que compromete a la familia presidencial.
Ayer, seis meses después del asesinato de un fiscal que osó denunciar un pacto de encubrimiento entre el gobierno e Irán con los autores de la masacre de la AMIA
Ayer, el día en que se cumplía el aniversario de esa masacre, a esta altura, una efeméride más en la nutrida historia de la impunidad nacional.

Sigue asombrándome la capacidad que tiene el kirchnerismo de generar eventos comunicacionales simultáneos a los hechos más aberrantes de la política, con la frescura y la contundencia del primer día. Pareciera moverse cada vez más lejos del esperado fin de ciclo.

No dudo que en el mismo momento en que se conocía el embargo al domicilio de Víctor Hugo Morales, alguien pensó en hacer afiches de respaldo a su figura. Alguien ordena el diseño, impresión y pegatina por las calles céntricas. Y todo eso sucede en muy pocas horas.
Horas antes, justamente, del concierto programado de Marta Argerich en el Centro Cultural Néstor Kirchner. Y la zona céntrica aparece empapelada en respaldo a Víctor Hugo Morales, antes del concierto, es decir, con quien además conduciría la transmisión del evento por la TV Pública.

No dudo que alguien pensó que de los móviles que tiene el canal estatal, había que enviar a transmitir el concierto el que fuera bautizado como Unidad móvil Néstor Kirchner de la TV Pública Digital. Se trata de un camión de gran tamaño que no podía pasar inadvertido a quien pasara cerca del Centro Cultural homónimo.

No dudo que alguien pensó las entrevistas para la previa y los intervalos de la transmisión en vivo a voceros culturales del gobierno.

No dudo que alguien pensó que esa transmisión debía ser complementada  con un documental emitido en simultáneo por  otro canal oficial- Canal Encuentro-  sobre cómo se construyó el faraónico Centro Cultural Néstor Kirchner, con testimonios de obreros e ingenieros orgullosos de la obra.

No dudo que para la ocasión, alguien pensó además, promover un libro llamado “Bajo un cielo de estrellas peronistas - La historia del peronismo contada con cuentos fantásticos” e ilustrada por el pintor de la nostalgia mítica peronista, Daniel Santoro, con afiches que complementaban los de Víctor Hugo Morales, también claramente esparcidos por la zona del bajo porteño.

No dudo que la lista de invitados al concierto y sus ubicaciones en las filas de la platea-funcionarios y farándula oficialista- fue pensada por alguien en función de la transmisión, del valor de cada presencia en relación a la cámara.

Es decir, el espacio público circundante al Centro Cultural fue parte de la puesta en escena.
Y el concierto, fue otra puesta en escena en múltiples escalas.
Recapitulo los cotillones simultáneos:

Concierto en el Centro Cultural Néstor Kirchner
Invitados ubicados estrategicamente
Transmisión en vivo de un concierto
Transmisión simultánea de documental sobre la construcción del CC Néstor Kirchner
Relator oficial
Afiches de respaldo al relator oficial
Afiches de libro de cuentos fantásticos peronistas

Unidad móvil Néstor Kirchner de la TV Pública Digital




Nada parece librado al azar. Nada parece casual.
Todo eso no es más que un evento con múltiples canales comunicacionales, con diseño estratégico de maquinaria implacable, para unas pocas horas. Con algunas cosas resueltas en tiempo récord. Y sin dejar al azar ni el nombre del móvil.

Y repito, todo eso, en las mismas horas que se cumplen veintiún años de una masacre - a esta altura un doloroso y colosal monumento a la impunidad-  mientras se cumplen seis meses del asesinato de un fiscal que osó denunciar un pacto entre el gobierno y los autores de tal masacre, y cuando unas horas antes fuera desplazado un juez- otro más- por investigar una causa sensible que involucra a la familia presidencial.

Nadie, en la oposición, aprendió a ir contra esa maquinaria. Pareciera que, para nuestro mal, los únicos que entienden esa maquinaria son quienes gobiernan hace doce años que, lejos del desgaste esperado, tienen intacta la capacidad de reacción, de marcar agenda, de desplazar jueces y fiscales, sin que haya posibilidad de oponerles ningún tipo de límite.

No se trata meramente tener medios a disposición o caja para dilapidar. Hay mucha gente pensando ideas y ejecutándolas ordenada y eficazmente. Y una dosis extra de audacia.

Mañana será el diseño de una nueva puesta, otra batería de artificios y cotillones comunicando por varios carriles a la vez y pasado mañana será otro y después de pasado mañana, otro, mientras las decisiones políticas son envueltas por diseños de comunicación.

Han aprendido a utilizar la indignación que generan como distracción. La han vuelto improductiva y funcional. La indignación los fortalece y debilita a los indignados.
Han dejado inermes a sus opositores que, lejos de pensar alternativas que intenten marcar alguna vez la agenda siquiera fugazmente, parecieran volverse cada vez más temerosos.

La modalidad de apropiar significados, de erigir monumentos y conmemoraciones, de desplegar una permanente batería de cotillones simultáneos, sigue desconcertando a quienes se indignan cada día.

En este marco, es que debemos elegir nuestro próximo presidente